Algunas ideas en cuanto al final del TPS

Aquí en Morton Law, PLLC, nos enorgullece compartir los puntos de vista de los miembros de nuestro equipo legal al abordar y cuestionar ciertos cambios de inmigración con hechos e investigación legal. Como tal, el blog de este mes se centrará en el beneficio legal de inmigración conocido como “Estatus de protección temporal”.

Una voz popular en la extrema derecha, columnista, y una invitada frecuente en programas de radio y televisión, Ann Coulter, expresó una idea que refleja un gran problema con el entendimiento popular del TPS. En un tweet del 7 de noviembre de 2017, ella dice que los centroamericanos están recibiendo una amnistía debido a un terremoto en 1999 (https://twitter.com/anncoulter/status/927969528268681216). Hay varios problemas con este tweet; primero, el TPS de Nicaragua ha terminado, el TPS no es amnistía, y el TPS para estos países se basa en los problemas causados por el Huracán Mitch de 1998, y no en un terremoto en 1999. Además de estas imprecisiones innegables, existe el problema más profundo de preocupaciones humanitarias que me siento obligado a considerar.

Primero, el Estatus de Protección Temporal (TPS, por sus siglas en inglés) ha sido parte de la Ley de Inmigración y Nacionalidad (INA, por sus siglas en inglés) desde 1990 y se puede encontrar en INA 244. El TPS autoriza a personas calificadas de países designados por el gobierno a permanecer en los Estados Unidos temporalmente, y les otorga autorización para trabajar por ese mismo período de tiempo. Sin embargo, el TPS, por sí mismo, no pone a nadie en camino al estatus legal permanente (tarjeta verde), y mucho menos la ciudadanía en los EE.UU. Ciertos países reciben la designación de TPS debido a grandes desastres naturales o guerras que hacen extremadamente difícil para sus ciudadanos que viven en los Estados Unidos regresar a su país de origen. Además, la duración del TPS otorgado a un individuo es solo de 18 meses, y luego el gobierno de EE. UU. reevalúa las condiciones del país extranjero para determinar si se justifica una extensión del TPS. Por otra parte, los ciudadanos de naciones que se benefician de TPS debe cumplir criterios específicos, que incluyen los siguientes: 1) estuvieron en los EE. UU. antes de que se realizara la determinación de TPS para el país (para evitar ser un incentivo para que las personas ingresen a los EE. UU.); y 2) pasan por un proceso de seguridad pública y de seguridad nacional.

Hay que tener en cuenta que Honduras y Nicaragua no son los únicos países con TPS. Hay un puñado de otros, incluidos El Salvador, Haití, Nepal, Nicaragua, Somalia, Sudán, Sudán del Sur, Siria y Yemen. A través de los años, varios otros países han entrado y salido de la lista. Ya que es el caso que los países entran y salen de la lista, entonces ¿por qué hay tal conmoción ahora sobre el final, y el final potencial del TPS para Haití, Nicaragua, y Honduras? Siguiendo esta línea de pensamiento lógica, llegamos al corazón de las preocupaciones y problemas humanitarios mencionados anteriormente.

Haití, Nicaragua y Honduras

El caso de Haití es obvio. Es el decimoséptimo país más pobre del mundo y el más pobre del hemisferio occidental. El terremoto de 2010 (que otorgó la calificación TPS) fue devastador, al igual que las enfermedades, como el cólera, que trajeron equipos extranjeros que realizan tareas de socorro, así como algunos huracanes y tormentas tropicales que desde entonces han azotado esta isla. Lamentablemente, simplemente no hay mucho a que regresar para los haitianos con TPS.

Sin embargo, los países de Nicaragua y Honduras presentan un caso único. Primero, estos dos países han estado bajo TPS la mayor cantidad de años por mucho. En segundo lugar, la mayoría de los otros países con TPS han tenido la opción de aplicar para que las personas puedan venir a los Estados Unidos como refugiados. Por el contrario, el programa de EE. UU. que una vez permitió a los menores de edad de estos países con TPS solicitar el estatus de refugiado ha sido cancelado.

Podría decirse aún que el problema más preocupante presentado es el hecho de que la mayoría las personas que están perdiendo TPS son personas que han tenido este estatus durante casi 19 años ; es decir, la mayoría de ellos han vivido en los EE. UU. durante más de 20 años. Estas personas tienen más de 20 años aquí en los EE. UU. y han formado, o aún están formando, una familia, trabajando, contribuyendo a la economía y tienen sus antecedentes peales revisados por el gobierno federal cada 18 meses.

Por lo tanto, no importa que el huracán haya ocurrido en 1998. El tema preeminente aquí es que hemos 1) permitido que estas personas construyan vidas aquí ; y 2) sus países aún no están en condiciones de recibirlos porque las condiciones del país todavía son extremadamente inseguras, violentas y obligan activamente a la gente a emigrar. Han sido los Estados Unidos, no los propios beneficiarios de TPS, los que han permitido la presencia de estas personas en los EE. UU. durante todos estos años. Por lo tanto, el problema principal no es cuánto tiempo ha pasado desde el motivo de la calificación, más bien es que hemos permitido que este beneficio se otorgue durante casi dos décadas, y como tal, hemos creado una situación que no puede ser tan fácilmente resuelta con simplemente terminar el programa.

No hay beneficio para los Estados Unidos al terminar este programa y deportar a estas personas. Tampoco hay equidad ni justicia en eso, independientemente de cuán legal pueda ser. La mayoría tiene familias que incluyen a ciudadanos estadounidenses, niños que sufrirían por ser separados de sus padres y fuentes de sostén. Esto tendrá un mayor impacto negativo en la sociedad en general ya que muchas de estas familias se volverán más dependientes, y es previsible que necesiten aceptar beneficios públicos financiados con impuestos. El impacto directo en las personas reales que pierden el TPS será desastroso. Si son deportados de los Estados Unidos a sus países de origen, podría ser, para algunos, una sentencia de muerte, ya que muchos serán atacados porque las pandillas locales supondrán que regresaron con dinero. Para todos ellos, significará regresar a un país que ya no conocen, ya que han estado ausentes durante más de dos décadas, lo que se verá agravado por las condiciones de miseria en estos lugares y la separación de sus familias. La terminación de TPS es definitivamente un escenario donde todos perdemos si uno simplemente analizara la historia, los hechos y las consecuencias finales de esta decisión motivada políticamente.